Bajo las dunas rojas by Mayra Estévez García

Bajo las dunas rojas by Mayra Estévez García

autor:Mayra Estévez García [Mayra Estévez García]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Narrativa
publicado: 2017-06-09T22:00:00+00:00


* * *

—¡Jarimba! ¡Despierta!, la mujer blanca está hablando.

—¿Hablando?

—Sí, dice palabras, entre sueños. Tiene los ojos cerrados.

—Bien, bien, corre, ve a llamar a Olaf.

—Sí, sí, ya voy.

Jarimba se levantó lentamente, sus rodillas ya no respondían igual, y aunque intentaba ejercitarlas cada día y tomar sus hierbas medicinales, los huesos y las articulaciones tardaban más tiempo que ella en despertar. De lejos escuchó las palabras ininteligibles de la mujer, quien movía la cabeza de un lado para otro e incluso tuvo la sensación de que abría los ojos: estaba delirando. Llegó a su vera y al poner la mano sobre la frente, tuvo la sensación de que la temperatura era tan alta que se la quemaría: debía reducir su calor interno, el bebé albergado dentro de su tripa podría peligrar si seguía aumentado, incluso la mujer podría morir. La destapó, cogió un trapo y untó el mismo en el balde de agua congelada: la noche había enfriado el líquido y era perfecto para aplicarlo sobre el cuerpo ardiente de su paciente. La mujer seguía con sus palabras, percibió que algunas se repetían, si bien, no pudo entenderlas, tendría que llegar Olaf. Le quitó el bebé del pecho, este aunque dormido produciría un calor que no convenía a la enferma.

—Ya estoy aquí, Jarimba —confirmó Olaf, exaltado, con cara de sueño y las marcas de dormir aún instaladas en su cara.

—¿Puedo ayudar? —aportó Otamba, también con el gesto torcido por la exaltación.

—Coge al bebé. Cuídalo. Olaf, traduce sus palabras.

—Ella dice: Nicolás, ¿dónde estás, Nicolás? Jhuanmi, hombres negros, escapar. Repite los nombres: Jhuanmi, Nicolás… Ahora dice otro nombre: Lola, ¿dónde está Lola? Vienen los hombres negros, nos cogerán, nos matarán, debemos correr, debemos escapar… Dice siempre lo mismo o parecido —confirmó Olaf, después de un buen rato escuchando sus palabras—. No dice nada más, siempre lo mismo.

—Repite sus palabras —instó Jarimba.

—Dice Nicolás, ¿dónde estás, Nicolás? Lola, Jhuanmi, debemos escapar, vienen los hombres negros, nos matarán, tenemos que escapar… Matar… Escapar. Dice siempre lo mismo.

Los tres se mantuvieron un rato callados, escuchando las palabras que aunque sus cerebros no comprendían, después de la traducción de Olaf iban identificando.

—Esta mujer huye de unos hombres negros, imagino que unos malos, unos que la quieren matar. Hombres negros malos. Jhuanmi es nombre de mujer negra, podría ser otra mujer que fuera con ella y, ¿Nicolás?

—Creo que es nombre de hombre…, o de niño —agregó Olaf.

—Nicolás puede ser el bebé negro —sentenció Jarimba.

—¿Y Lola? —interpeló Otamba, después de haber estado todo el tiempo en silencio. Nadie contestó, estuvieron un rato pensando, hasta que Olaf se atrevió.

—Lola creo que es nombre de mujer, o de niña, puede ser el bebé que lleva dentro, o un ser querido, u otra mujer que fuera con ellas, o…, bueno, realmente no lo sé.

—Lo que está claro es que a esta mujer la perseguían unos hombres negros para matarla. Noto el sufrimiento, mucho sufrimiento —argumentó Jarimba con su mano sobre el lugar en dónde se alojaría el corazón de su paciente—. Tendremos que esperar a que ella mejore para preguntarla.



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